La energía solar fotovoltaica en España: presente y futuro
La situación del mercado energético en España es similar a la de otros países europeos. El modelo energético está en fase de transición. El país tiene óptimos recursos energéticos renovables y un nivel tecnológico excelente en energías renovables y específicamente en energía solar fotovoltaica (ESF). España fue el país con mayor potencia fotovoltaica instalada en el mundo en 2008, debido a la combinación de esos factores con una legislación que habría necesitado un ajuste muy preciso para ser mucho más beneficiosa. Después de esto, diferentes factores causaron el colapso del sector fotovoltaico español, forzando a las empresas del mismo a concentrar su actividad en el mercado internacional. A pesar de esta situación transitoria, la energía solar fotovoltaica representa a medio y largo plazo una impresionante oportunidad de negocio en España.
ANTECEDENTES
Las características del mercado energético español al principio del presente siglo estaban determinadas básicamente por una fuerte dependencia con respecto del petróleo, el gas, el carbón y la energía nuclear (las renovables representaban menos del 5% del consumo energético global). Esta combinación tradicional de fuentes de energía comportaba importantes inconvenientes, como una fuerte dependencia de países terceros, una amenazante falta de sostenibilidad del sistema energético y un daño significativo del medio ambiente, incluyendo la emisión de grandes cantidades de dióxido de carbono.
Los factores positivos eran la disponibilidad de fuentes renovables de energía a gran escala (una alta irradiación solar, abundantes zonas con viento y mucho terreno disponible), la existencia de una industria de renovables de alto nivel tecnológico y vigoroso crecimiento y la presencia de una comunidad investigadora experta, con grupos bien establecidos que, al menos en el caso de la energía solar fotovoltaica, cubrían por completo la cadena de valor.
EL BOOM (2007-2008)
El desarrollo del mercado fotovoltaico había sido muy limitado hasta mayo de 2007, cuando el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo publicó el Real Decreto RD 661/2007 para la regulación de la producción de energía en el régimen especial [1]. El RD 661/2007 estableció una tarifa de inyección a red (TIR) del orden de 0,40 €/kWh, dependiente de la potencia nominal de la instalación, revisable anualmente según la inflación durante los primeros 25 años, más una reducción escalonada después. La Tabla I resume las condiciones establecidas por dicho texto legal.
El RD 661/2007 estableció un marco legal que tenía: TIR bien establecidas, una regla clara de actualización y una garantía a largo plazo. Estas condiciones se añadieron a los factores positivos citados en la sección anterior, de forma que el sector fotovoltaico experimentó un desarrollo tremendo. El marco era válido hasta 371 MW de potencia nominal instalada en total. Tan pronto como se alcanzase el 85 % de este límite un nuevo real decreto debería sustituir al antiguo en un período no inferior a un año. Ya en junio de 2007, la frenética actividad desencadenada unos meses atrás había dado lugar a una potencia acumulada nada menos que de 326 MW, así que en septiembre de 2007 se aprobó un perIodo de validez de un año para el RD 661/2007. Todo el mundo sabía que las instalaciones fotovoltaicas que estuviesen funcionando antes de septiembre de 2008 se beneficiarían de tarifas de inyección a red garantizadas más altas que las que pudieran corresponder a cualquier otra instalada después. Se habían generado las condiciones para una fiebre del oro fotovoltaica. El ritmo de puesta en marcha de instalaciones fotovoltaicas se disparó hasta 500 MW/mes, de modo que en septiembre de 2008 la potencia instalada acumulada había alcanzado 3116 MW (Figura 1).
Se había producido un crecimiento del 500% (el mayor en todo el mundo) en tan sólo un año. Varios factores habían favorecido esta evolución explosiva [3]: (a) ya habían aparecido los primeros síntomas de la crisis financiera, así que muchos inversores estaban buscando productos financieros alternativos; (b) el crédito era barato y fácil de conseguir; (c) el marco legal permitía construir grandes instalaciones compartidas por muchos pequeños propietarios que compartían servicios (granjas solares); (d) la evidencia de que las condiciones empeorarían después de la fecha límite; (e) disponibilidad de mucho sol y tierras; (f) el cambio del Euro con respecto al dólar favorecía la importación de módulos fotovoltaicos.
EL COLAPSO DEL MERCADO INTERNO
Cuando en septiembre de 2008 se alcanzó la fecha límite, se publicó un nuevo Real Decreto: el RD 1578/2008. Por primera vez se trataba a las instalaciones sobre cubierta y a las de campo de forma diferente. Se redujeron las tarifas de inyección a red, pero el mayor impacto sobre el mercado lo causó la limitación de la potencia instalada (Tabla II).
El nuevo sistema imponía un registro de pre-asignación que abría cuatro convocatorias al año con un montón de burocracia disuasoria y un ritmo de reducción del 10 % por año. El nuevo decreto devastó el mercado interior, que desde entonces ha crecido sólo ligeramente hasta alcanzar la presente capacidad instalada acumulada de 4711 MW [4].
Con todo y ello, el marco legal no fue el único factor que auspició el colapso del mercado fotovoltaico interno. Por añadidura a la contracción de la demanda forzada por decreto, los precios de venta internacionales se redujeron drásticamente por simple dumping. Desgraciadamente la Comisión Europea y el Parlamento Europeo fueron muy ineficientes para legislar a favor de la protección de la industria europea en tales circunstancias.
EL SECTOR FOTOVOLTAICO ESPAÑOL Y EL NUEVO MODELO ENERGÉTICO
Los citados decretos no han sido las únicas medidas legales aplicadas para frenar el desarrollo de la energía solar fotovoltaica en España. Una vez que el coste de la energía fotovoltaica había disminuido lo suficiente como para ser plenamente competitiva (actualmente alrededor de 0,10 €/kWh en promedio en España), el lobby de las compañías eléctricas locales presionó al Gobierno para que aplicara la reducción o eliminación retroactiva de las TIR, limitase el número de horas de funcionamiento e impusiese importantes peajes al uso de la red eléctrica, todo ello con el objetivo de frenar el desarrollo de una fuente de energía, como la fotovoltaica, que no sólo es “demasiado” competitiva, sino que, para colmo, es demasiado fácil de adoptar por parte de los usuarios finales, haciéndolos menos dependientes de las grandes compañías que explotan aún el negocio energético tradicional… un despropósito como si Kodak hubiese conseguido que el gobierno de los Estados Unidos legislase en contra de la fotografía digital para prolongar unos años su negocio de venta de película fotográfica.
Desgraciadamente, este escenario domina el mercado actual en España y en otros países europeos, pero afortunadamente no se puede sostener por mucho tiempo. España es aún el tercer país de Europa en capacidad fotovoltaica acumulada [5]. Las fuentes de energía convencionales son cada vez más caras, su disponibilidad no está en absoluto garantizada y la necesidad de reducir drásticamente la contaminación y la reducción de emisiones de CO2 no puede seguir retrasándose. La energía solar fotovoltaica es ya competitiva y de hecho se abarata día a día. Es necesario explotar en los próximos años los nuevos modelos de negocio que surgen del nuevo paradigma energético. Nuevos servicios energéticos, el manejo inteligente de la red eléctrica, sistemas eficientes de almacenamiento, etc. son sólo unos pocos ejemplos de las oportunidades que los cambios que nos esperan abren a la industria.
España está en excelentes condiciones para afrontar ese reto, con empresas –actualmente dedicadas al mercado internacional- cuya experiencia cubre toda la cadena de valor fotovoltaica, todas ellas con el más alto nivel tecnológico. Además, esas empresas están respaldadas por el sólido apoyo técnico proporcionado por un conjunto de laboratorios de referencia en ensayos, tales como el CIEMAT, el Cener y el ISFOC (Instituto de Sistemas Fotovoltaicos de Concetración), así como por grupos de I+D que han sido pioneros de muchas tecnologías fotovoltaicas y que cubren todas las relevantes en este campo (CIEMAT, IES (Istituto de Energía Solar), Tecnalia, Cener, Universidad de Barcelona, Universidad Politècnica de Catalunya, ICIQ y otros). Además, la Plataforma Tecnológica Fotovoltaica Española (FOTOPLAT) coordina eficazmente los esfuerzos de los diferentes actores del ámbito fotovoltaico, establece la hoja de ruta tecnológica y actúa como la interfaz principal entre el Gobierno y el conjunto del sector fotovoltaico en el país.
El Gobierno ya ha reconocido esta realidad en el Plan de Energías Renovables 2011-2020, que prevé una reactivación del sector fotovoltaico y el desarrollo de las renovables muy por encima del 20% del consumo de energía primaria en 2020, a partir del actual 14.2 % [4], de acuerdo con el SET Plan.
La tecnología de energías renovables, incluyendo por supuesto la fotovoltaica, es uno de los campos que ofrecen las oportunidades de negocio más prometedoras en España y en Europa.
Escrito por Julio Cárabe – Investigador científico. Unidad E.S. Fotovoltaica. CIEMAT
Artículo publicado por CIEMAT en el número 23 de su revista Vértices.